Nuestro Ángel de la guarda es un consejero silencioso y de confianza permanece a nuestro lado, tratando de aconsejarnos lo mejor, sugiriendo el camino correcto a seguir.
Nuestro ángel de la guarda no puede obligarnos a seguir el camino del bien, pues a nosotros se nos ha concedido el libre albedrío y debemos utilizarlo para hacer el bien común.